Muestra a trabajadores levantándose a horas intempestivas para trasladandose de sus casas hasta las paradas de los autobuses que les llevaban al centro de Barcelona, a Placa Catalunya y a Urquinaona, donde hacían corrillos esperando a que empresarios sin escrúpulos fueran a buscarlos, como mano de obra barata, prescindiendo de contratos, convenios o seguridad social.